Miami.- Joel Hanrahan, Aroldis Chapman, Craig
Kimbrell y Jason Motte son los lanzadores que encabezan el departamento de
salvados de la Liga Nacional. Una de las características que los une es la
meteórica velocidad de sus pitcheos en recta, con los cuales pasan a sus
rivales humillándolos al obligarlos a hacer swing a algo que casi no ven.
En Miami, la directiva de los Marlins
esperaban que una de sus adquisiciones de postemporada pasada, el cerrador
Heath Bell, estuviese junto a esos nombres tanto por la cantidad de rescates
como por el uso de su recta para demostrar el poderío de los peces.
Esto no ha sido así en ninguna de las
alternativas.
El derecho acumula, hasta antes del juego del
domingo, 19 salvados en la presente temporada, recordando que en las tres zafras
anteriores con los Padres de San Diego apagó la luz del estadio en 152
oportunidades, lo que no le ha hecho ganador de los mayores halagos del público
en el sur de la Florida.
Bell dividió a los cerradores en dos grupos:
los tirapiedras y los lanzadores o pitchers, colocándose en el segundo lote.
“El ejemplo perfecto para explicarlos es que
en la universidad el tirapiedras intentaba ponchar a todos porque tiene buena
velocidad y porque sus rivales aún no estaban tan desarrollados, si lanzaras 90
o 88 millas por hora en ese nivel te sientes que eres Randy Johnson o Nolan Ryan
o Aroldis Chapman… Chapman es básicamente un tirador, solo es músculos y cuerpo”,
explicó.
Una referencia que Bell dio para
conceptualizar a un “lanzador” fue el zurdo Jamie Moyer, de quien indicó que no
lanza con velocidad y domina las esquinas, mezcla velocidades porque sabe que
no tiene velocidad, y usa los diferentes puntos de la zona de strike. “En la
universidad lanzaba a 88 mph, fue solo en mi tercer año como profesional que lancé
95, siempre he tenido que engañar a los bateadores, poniéndolos a adivinar y no
teniendo miedo de hacer un lanzamiento en específico en cualquier situación,
por ejemplo, en 3-0 puedo lanzar una curva o un cambio. El tirapiedras sólo
tira la recta en esos momentos”, señaló.
El derecho cuenta con un repertorio de recta
de 2 y 4 costuras, cambio y curva en dos velocidades, de ellos indicó que la
mayoría de las personas consideran que su mejor pitcheo es la recta, pero que
su mejor herramienta es la ubicación de sus lanzamientos: “por eso en abril
tuve tantos problemas, porque ellos (el equipo) me pedían que usara principalmente
la recta y yo no tenía control de ella, ahora estoy haciendo las cosas
diferentes, mezclando mis envíos”.
Es allí donde ha entrado en polémicas con el
cuerpo técnico de los peces, pues éstos esperan ver más rectas en la zona de
strike. Oswaldo Guillén indicó que cualquier cerrador debe tirar strikes: “él
era uno de los mejores cerradores y no tiraba 100 millas por hora, él debe
tirar strikes y cada vez que no lo hace se mete en problemas”.
El descontrol ha sido gran enemigo del cerrojo
de los Marlins, quien suma 25 boletos en 49 entradas de labor, principalmente
causados por falta de confianza ante sus eventuales diferencias con los coaches
de Miami: “sólo tienes que tener confianza, incluso si estas teniendo un mal o
buen año, tienes que creer en ti, en la primera mitad lancé diferente no tuve
un bien comienzo y nadie creía en mí, pero en la segunda mitad las cosas
cambiaron y sólo he tenido un juego malo…Carlos Zambrano me dijo que él había perdido
la confianza en sí mismo hace un par de años y ahora cree en él y ha lanzado
bien, me dijo que me iba a golpear si perdía la confianza en mí y de verdad no
quiero perderla porque estoy seguro que lo va a hacer”, sonrió el apagafuegos.
Extrañando Caracas
Fue en la temporada 2002-2003 cuando Bell se
uniformó como miembro de Leones del Caracas, sumando unos cuantos salvados y
ganándose rápidamente el cariño de la fanaticada, de aquellos días guarda
buenos recuerdos. “Jugar en Caracas fue genial porque aprendí a lanzar ante una
gran multitud, que grita y tiene una atmósfera divertida, saben mucho de
beisbol, me encantaría volver, pero mi esposa de seguro no me dejaría”, bromeó.
Extraña a los fanáticos y su pasión, la
camaradería en el vestidor, los viajes en autobús, “los chicos que atienden el
clubhouse, que no hablaban inglés y yo no hablaba nada de español, pero luego
de un par de cervezas en el autobús hablando de beisbol, las barreras del
idioma se caían, eso lo extraño… algunos jugadores me hicieron comer cosas como
intestinos, testículos, les decía que pidieran esas cosas pero que no me
dijeran qué era hasta que terminara... probé las arepas con todo lo que se te
ocurra, pero la de pollo era mi favorita”, recordó.
Publicado en El Universal el 27 de agosto de 2012
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