viernes, 7 de septiembre de 2012

Heath Bell, un cerrador atípico


Miami.- Joel Hanrahan, Aroldis Chapman, Craig Kimbrell y Jason Motte son los lanzadores que encabezan el departamento de salvados de la Liga Nacional. Una de las características que los une es la meteórica velocidad de sus pitcheos en recta, con los cuales pasan a sus rivales humillándolos al obligarlos a hacer swing a algo que casi no ven.
En Miami, la directiva de los Marlins esperaban que una de sus adquisiciones de postemporada pasada, el cerrador Heath Bell, estuviese junto a esos nombres tanto por la cantidad de rescates como por el uso de su recta para demostrar el poderío de los peces.
Esto no ha sido así en ninguna de las alternativas.
El derecho acumula, hasta antes del juego del domingo, 19 salvados en la presente temporada, recordando que en las tres zafras anteriores con los Padres de San Diego apagó la luz del estadio en 152 oportunidades, lo que no le ha hecho ganador de los mayores halagos del público en el sur de la Florida.
Bell dividió a los cerradores en dos grupos: los tirapiedras y los lanzadores o pitchers, colocándose en el segundo lote.
“El ejemplo perfecto para explicarlos es que en la universidad el tirapiedras intentaba ponchar a todos porque tiene buena velocidad y porque sus rivales aún no estaban tan desarrollados, si lanzaras 90 o 88 millas por hora en ese nivel te sientes que eres Randy Johnson o Nolan Ryan o Aroldis Chapman… Chapman es básicamente un tirador, solo es músculos y cuerpo”, explicó.
Una referencia que Bell dio para conceptualizar a un “lanzador” fue el zurdo Jamie Moyer, de quien indicó que no lanza con velocidad y domina las esquinas, mezcla velocidades porque sabe que no tiene velocidad, y usa los diferentes puntos de la zona de strike. “En la universidad lanzaba a 88 mph, fue solo en mi tercer año como profesional que lancé 95, siempre he tenido que engañar a los bateadores, poniéndolos a adivinar y no teniendo miedo de hacer un lanzamiento en específico en cualquier situación, por ejemplo, en 3-0 puedo lanzar una curva o un cambio. El tirapiedras sólo tira la recta en esos momentos”, señaló.
El derecho cuenta con un repertorio de recta de 2 y 4 costuras, cambio y curva en dos velocidades, de ellos indicó que la mayoría de las personas consideran que su mejor pitcheo es la recta, pero que su mejor herramienta es la ubicación de sus lanzamientos: “por eso en abril tuve tantos problemas, porque ellos (el equipo) me pedían que usara principalmente la recta y yo no tenía control de ella, ahora estoy haciendo las cosas diferentes, mezclando mis envíos”.
Es allí donde ha entrado en polémicas con el cuerpo técnico de los peces, pues éstos esperan ver más rectas en la zona de strike. Oswaldo Guillén indicó que cualquier cerrador debe tirar strikes: “él era uno de los mejores cerradores y no tiraba 100 millas por hora, él debe tirar strikes y cada vez que no lo hace se mete en problemas”.
El descontrol ha sido gran enemigo del cerrojo de los Marlins, quien suma 25 boletos en 49 entradas de labor, principalmente causados por falta de confianza ante sus eventuales diferencias con los coaches de Miami: “sólo tienes que tener confianza, incluso si estas teniendo un mal o buen año, tienes que creer en ti, en la primera mitad lancé diferente no tuve un bien comienzo y nadie creía en mí, pero en la segunda mitad las cosas cambiaron y sólo he tenido un juego malo…Carlos Zambrano me dijo que él había perdido la confianza en sí mismo hace un par de años y ahora cree en él y ha lanzado bien, me dijo que me iba a golpear si perdía la confianza en mí y de verdad no quiero perderla porque estoy seguro que lo va a hacer”, sonrió el apagafuegos.

Extrañando Caracas

Fue en la temporada 2002-2003 cuando Bell se uniformó como miembro de Leones del Caracas, sumando unos cuantos salvados y ganándose rápidamente el cariño de la fanaticada, de aquellos días guarda buenos recuerdos. “Jugar en Caracas fue genial porque aprendí a lanzar ante una gran multitud, que grita y tiene una atmósfera divertida, saben mucho de beisbol, me encantaría volver, pero mi esposa de seguro no me dejaría”, bromeó.
Extraña a los fanáticos y su pasión, la camaradería en el vestidor, los viajes en autobús, “los chicos que atienden el clubhouse, que no hablaban inglés y yo no hablaba nada de español, pero luego de un par de cervezas en el autobús hablando de beisbol, las barreras del idioma se caían, eso lo extraño… algunos jugadores me hicieron comer cosas como intestinos, testículos, les decía que pidieran esas cosas pero que no me dijeran qué era hasta que terminara... probé las arepas con todo lo que se te ocurra, pero la de pollo era mi favorita”, recordó.
 
Publicado en El Universal el 27 de agosto de 2012
 
 

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