miércoles, 22 de octubre de 2014

La eterna pesadilla

Arrancó hace días la temporada 2014-2015 de la Liga Venezolana de Béisbol Profesional en la que los campeones defensores, los Navegantes del Magallanes buscarán la tripleta, mientras que el llamado “equipo del milenio”, los Tigres de Aragua inician un proceso de reconstrucción sin dos de sus piezas vitales, Buddy Bailey y Víctor Moreno.

Hace meses que las oficinas de los ocho equipos están acelerando los motores para tener todo listo antes de que se diera la voz de play ball.

Se acabó la espera de la fanaticada, de los patrocinadores, de esos héroes anónimos que nadie sabe que existen, o que les pasan por un lado y no se enteran que están allí, como son el personal de mantenimiento, de seguridad, los vendedores de bebidas, los que hacen las arepas, perros calientes y hamburguesas.

Pero también se acabó la espera para quienes se benefician ilegalmente de las actividades deportivas en Venezuela, y en especial del béisbol.

Para el momento en que escribimos estas líneas ya se han realizado dos encuentros entre los eternos rivales, Leones del Caracas y Navegantes del Magallanes, con resultado de un triunfo por lado, ambos como visitante.

Por ende, ya en par de ocasiones los revendedores han hecho fiesta a costa del fanático alcahueta que les compra las entradas a precios exagerados.

Y es que así sean dos bolívares de los viejos por encima del precio original, de esa manera se contribuye, estimula y mantiene a esta plaga.

Mucha gente culpa a los equipos y a la propia LVBP por el problema de la reventa de entradas. En realidad la liga organiza el torneo como tal y los equipos se encargan de todo lo que sucede de las rejas del estadio hacia adentro: la operación, logística, cuál bebida o alimento entra, cuál empleado está autorizado para vender equis producto, a qué hora llega el autobús del equipo visitante, quién viene a cantar el Himno Nacional, cuál es el camión autorizado para ingresar al estadio a reabastecer la tienda del equipo local, saber si el gran Atilano averiguó por fin “¿pa´dónde van los Tiburones?”, o si el muy querido Chema seguirá con su acaparamiento al asegurar repetidas veces “¡ese es el mío!”, los equipos lo manejan absolutamente todo.

Hablo por la sede de Caracas, que es la que conozco.

Pocas horas antes del juego, lo que sucede puertas afuera del Universitario depende de la empresa de seguridad contratada de custodiar el estadio, y de la Policía Nacional Bolivariana.

Son precisamente los gendarmes los únicos encargados de custodiar el estadio desde el proceso de venta de entradas temprano en la mañana, así como de organizar el proceso de compra de tickets, o en criollo, de organizar las colas para comprar las entradas del juego.

En los Magallanes-Caracas los revendedores se dan banquete, y Juanita que hizo la cola desde las cinco de la mañana no consiguió boletos, mientras que Heriberto tuvo que volver a casa con las manos vacías pese a llegar al estadio a hacer la cola antes de que saliera el sol.

Ambos, como muchos, se preguntan, ¿cómo es posible eso? Y lo peor es la indignación que sienten cuando cualquier amigo pudo entrar al estadio y les comentó que vio en la plaza a gente con paquetes de entradas vendiéndolos a precios inimaginables.

¿Cómo sucede eso?


Sencillo, en el momento en que escribimos estas líneas, de seguro hay muchos fanáticos haciendo cola para comprar entradas para el Magallanes-Caracas del 22 de octubre, que no se han dado cuenta de la organización de los revendedores.

Amigo/a, cuando vaya al estadio fíjese que la cola organizada por la Policía Nacional Bolivariana se inicia desde la parte superior de la plaza de los estadios, que está entre el estacionamiento estructural y las taquillas del Universitario que están bajando las escalinatas, un área bastante amplia donde se hacen las micro colas para adquirir los boletos.

Los uniformados colocan barandas en la plaza, metros antes de las escalinatas, de manera que quien está de primero en la cola antes de bajar no pueda ver lo que sucede en la antesala a las taquillas.

Ahí está el detalle, como dijo el siempre admirado Cantinflas.

Es que los revendedores entran por el puente que une Plaza Venezuela y los estadios, allí caminan desde las taquillas de gradas hasta las de tercera base, se sientan a esperar en el muro donde termina la plaza de los estadios, es decir, viéndolo desde la cola, bajando las escaleras a la izquierda.

¿Pasan sin que ningún funcionario les diga nada? No.

Para eso hay un santo y seña, que en definitiva les da vía libre hasta llegar al muro que está diagonal a las taquillas. Allí esperan a que el funcionario de más rango en el sitio les dé acceso.

Obviamente desde la Plaza de los Estadios no se pueden divisar, para evitar ser demasiado evidente, este funcionario deja pasar fanáticos por lotes de cinco, 10, 15, dependiendo de cómo esté la cola. El aficionado que está esperando para comprar sus entradas al ver que le dan acceso a las taquillas siente que ve la tierra prometida y obviamente la atención está en las cinco o seis personas que tiene adelante en la cola sin percatarse que a pocos metros detrás están los revendedores esperando su turno al bate.

Ya cuando quedan pocos en cola, el uniformado deja pasar a pocos revendedores y los coloca de últimos en cada fila sin que nadie se percate, pues, para quien está hambriento de entradas para disfrutar el juego, estas personas son otros fanáticos más y no les presta atención.

Los equipos han reforzado los controles y de hace varias temporadas hasta ahora venden dos entradas por persona, o mejor dicho, por cédula o pasaporte nacional o extranjero. Si usted se pregunta cómo hacen los revendedores para tener tantas entradas, pues, la respuesta es sencilla: un trabajo en equipo bien estructurado en el que participan muchas personas ya que la tajada es grande.

Y ojo, la policía ha capturado a revendedores haciendo de las suyas boleta en mano en los alrededores del estadio, pero eso es sencillamente la aplicación de la norma monopólica de “no aceptamos competencia”.

Ahora que usted sabe esto, esté pendiente al ir a comprar honestamente sus boletos, y de usted depende si callar o denunciar a estas mafias.

Además, hablando de leyes económicas, pues, si no hay demanda, no hay oferta. Así que desde este teclado les invitamos a no comprar a los revendedores.



Publicado el 22 de octubre de 2014 en:

Venezuela al Día
http://www.venezuelaaldia.com/2014/10/reventa-de-entradas-la-eterna-pesadilla-del-beisbol-venezolano/ 

Miamidiario.com
http://www.miamidiario.com/deportes/beisbol/venezuela/beisbol/leones-del-caracas/navegantes-del-magallanes/carlos-guillen-altuve/revendedores/330177 

Runrun.es
http://runrun.es/deportes/163960/la-eterna-pesadilla-por-carlos-guillen.html 

ESPN Deportes Miami
http://espndeportesmiami.com/la-eterna-pesadilla/

1 comentario:

  1. No entendi nada esa explicacion de como los revendores entran a las taquillas, sin que las otras personas los vean...muy confuso texto!

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